… pero también es cierto que yo misma puedo adictarme a mí misma, tomada por tantas cosas habituales que, descubro, es mi cuerpo, a través de un síntoma, el único que se da cuenta de ese “agarre” al que, evolutivamente, hace rato le habría llegado la hora de soltarse. Así me lo hizo saber mi síndrome con el túnel carpiano, la última de mis “adquisiciones” físicas. Leo en un sitio que se prologa así: “¿Qué nos quiere decir el cuerpo con la enfermedad?” Esta pregunta me invita a leer aunque realmente no me sirve, así que la cambio por ésta de mi producción: ¿Qué me quiere decir mi vida con la enfermedad? Voy al asunto del túnel y leo: “La muñeca está asociada con el trabajo, con el control del orden en el trabajo”. Con ésto en mente, hace días que estoy sintiendo y pensando. Estoy en proceso. Hasta ahora llegué a percibir la presión inadvertida que me aplico, y también que es una presión “al pepe”, realmente inservible para algo que pueda relacionar con “trabajo bueno”, y ese darse cuenta me afloja, me hace reír, cambia el tono de mi interior, y prepara un exterior atento a esa distensión que, desde que la conozco, la asocio a “lo mejor” aunque, por el bendito túnel que me lo estaba recordando, obviamente yo había olvidado. Ah… el síntoma se fue. Y si vuelve, ya sé.