Esta bella dama, habitante del ecoparque, dice «Solamente cuento las horas serenas». Tal vez coincidas conmigo en que esas horas, por momentos, por períodos… por rachas, son las menos.

Ayer charlaba con participantes acerca del hecho de que, a lo largo de nuestras vidas, hay eventos puntuales que empiezan y terminan ahí, justo al empezar, y hay otros que resultan la chispa que enciende un eslabón de causas benditas que van originando resultados benditos. Te cuento una de las más benditas:

Coordinaba un grupo de dietarios allá por inicios de los 90. Yo en mis 40 y después de una vida a dieta, entre bajadas y subidas. Por casualidad, o causalidad, al mismo tiempo estaba aprendiendo el manejo, transformación, utilización, transmutación… (llamalo como quieras) de las emociones que solemos considerar negativas: miedo, angustia, ansiedad, tristeza… en una escuela de Cuarto Camino.

Estaba en un entrenamiento para coordinadoras (éramos unas 200 entre recuperadas como yo (?), nutricionistas y psicólogas). Ato cabos y me doy cuenta de que el sistema no enseña qué hacer con la ansiedad, eje del asunto con la comida y el engorde, desde mi “nuevo” punto de vista. Digo “nuevo” porque, al obtener la opción del manejo de las emociones negativas, esa opción creó el contraste imprescindible para el nuevo punto de vista. Y claro, todo ello porque se me ocurrió que la ansiedad era una emoción negativa… y porsupu, como tal, manejable, transformable, utilizable… ¿para qué? Para crear conciencia o ser… o luz, si te gusta más, justamente de esa oscuridad, materia prima, que solemos llamar ansiedad… o miedo o angustia o tristeza.

Las horas serenas las disfruto, y las otras las “trabajo”. Y es éste el evento más significativo de mi vida que, sin duda, encendió la chispa de un eslabón de causas benditas que van originando resultados benditos… cada día, obviamente bendito, especialmente porque las emociones negativas son un material siempre disponible, ¿o no?