Según Tauler, un adorable psicólogo del siglo 14 que nos “habla” en el librito La Segunda Mitad de la Vida como Tarea Espiritual, ésta puede comenzar alrededor de los 35. En mi caso pasados los 40. Hoy, con 70 años+1 día, me doy cuenta de que, desde entonces, hubo suficiente tiempo como para que, al mirar hacia atrás, me surja gratitud y sonrisa, mirar ahora y seguir agradeciendo y sonriendo, y mirar hacia adelante y bueno… idem. En este precioso testimonio, Tauler en la primera parte y Jung en la segunda, nos cuentan acerca de un tipo particular de salud, originado en un tipo particular de “cabeza”, que tiene la oportunidad de manifestarse a partir de la segunda mitad de la vida: ese momento cuando uno se dio cuenta de que ya pasó bastante tiempo metiendo la pata en lo relativo al cuerpito, los afectos y lo económico, y ocurre: cabeza y salud “particulares”, si tiene la inmensa suerte de haber encontrado y haberle dado bolilla a los conocimientos-herramientas, ancestrales y universales, y empezar a “cincelar, quitar, ordenar…” en esas áreas que crearon “la demanda”: cuerpito, afectos, guita; áreas que, a partir de ese “trabajo”, dejan de ser “desgracias” para transformarse en “contextos”. En mi caso: la obesidad, una artrosis precoz y una quiebra total… y mejor lo dejamos ahí: al principio de la lista. Divino proceso éste, y divino este librito, divino… literalmente.