Yo me casé y subí muchos kilos

Pastel de bodas

¿Por qué? Cuando el amor… engorda

Había una vez una pareja de acróbatas que viajaba por los pueblos de la India exhibiendo sus habilidades. El hombre sostenía un palo muy largo y su mujer trepaba al extremo superior.
Un día, el esposo le dijo a la esposa:


–Para evitar que nos ocurra algún accidente, lo mejor será que yo me ocupe de lo que estás haciendo vos y vos de lo que estoy haciendo yo. Pero la esposa replicó:
–No, eso no es lo más conveniente. Yo me voy a ocupar de mí y vos te vas a ocupar de vos, y así, los dos muy atentos a lo que cada uno de nosotros hace, no nos ocurrirá ningún accidente.

Las pepitas de oro

Llamo “las pepitas de oro” a la valiosísima información que forma parte de las ideas-herramienta imprescindibles para el “tallado”, “pulido”, “limpieza” de nuestra vida en su aspecto vincular. Las pepitas más luminosas que he encontrado son:

  1. Yo soy yo, y el otro es otro.

  2. Yo soy la prioridad en mi vida. Esto no es egoísmo sino inteligencia. La palabra inteligencia viene del latín y es la suma de inte, que significa “adentro”, y ligencia, que viene de legere y significa “leer”. En síntesis, inteligente es aquel que “lee adentro”, y se refiere a la persona que puede sentir lo que realmente vive en su interior y llevarlo a la acción.

  3. Si yo soy la prioridad en mi vida, mis hijos aprenden a ser ellos la prioridad en la suya, y todos podemos sentirnos amados aun sin ser aprobados por el otro. Amor y aprobación van por carriles distintos.

  4. El contexto básico para que yo tenga vínculos sanos es el del desarrollo de mi poder personal a través de mi proyecto personal, que me da independencia económica y emocional.

  5. La independencia económica no garantiza la independencia emocional, aunque es una condición importante para obtenerla y sostenerla: “La libertad es cara”.

  6. Yo no he venido a este mundo a cubrir las expectativas de nadie, sólo las mías.

  7. Nadie ha venido a este mundo a cubrir mis expectativas, excepto yo.

  8. Me hago cargo de cubrir mis necesidades y expectativas.

  9. Aprendo a pedir ayuda y a expresar mis elecciones y decisiones sin amenazar ni reprochar con enojos o culpas. Aprendo a decir “no”.

  10. Busco, encuentro y practico los conocimientos que necesito para construir una manera de vincularme sin ser un “rescatador” del otro, ni su “perseguidor” ni su “víctima”.

Por qué engordo al convivir

Cuando nuestro engorde coincide con una convivencia, creo que la causa principal es un “quedarse adherido” (adicto) inadvertido en la idea socialmente aceptada y nunca cuestionada del “compartir sin partir”, vale decir, sin distinguir singularidades.

Somos seres sociales y crecemos sanos en convergencia con otros seres humanos cuando no dejamos de ser uno y otro. La cantidad de comida en cada ingesta es un asunto decididamente personal, porque así es el cuerpo y el alma.

Nota: Encontrarás información adicional en el artículo ¿Sabías que podemos ser adictos… a las personas?

 

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