Si querés cambiar las condiciones de un vínculo que elegís que esté o siga, sin necesidad de que el otro ni circunstancia alguna cambien, sabés cómo se hace? Cuando al vínculo lo quiero pero no lo necesito. Y si lo necesito tampoco hay problema. El problema aparece cuando el lenguaje, las maneras de los límites y las con-fusiones económicas evidencian necesidad. La necesidad “huele” a contrato, y como bien decía Lola Hoffmann “Los contratos son diabólicos”, porque las expectativas implícitas en la necesidad (inevitablemente) y tiempo-que-pasa mediante, producirán el lenguaje violento de la cara de culo, la queja y la demanda, que porsupu incluye el reactivo-brutal silencio. Y sabés cuál es el truco? Que aunque al vínculo lo necesite: que el lenguaje, las maneras de los límites y los territorios económicos (aunque especialmente el lenguaje) expresen no-necesidad. Conocés este lenguaje?