Para ser mujer-plena: sin dramas con amores, con los hijos, con la plata, con el laburo, con la libertad… o con el cuerpo; o sea, para ser mujer y no morir en el intento, hace falta pensar. Pero no alcanza. Porque pensar partiendo de las mismas ideas que inadvertidamente sostienen los dramas, es tan inútil como imaginar que amar-mucho puede hacer alguna diferencia. No se trata de mucho o de poco, no se trata de cantidad, y otra calidad del pensar, del decidir y del actuar viene de nuevas ideas que, paradójicamente, son viejas, muy viejas, tánto que podríamos decir que son atemporales, o sea a-culturales y a-familiares: les vinieron bien a las mujeres desde siempre y les vendrán bien a las mujeres para siempre. Me doy cuenta cuándo una mujer las encontró, las germinó y le dieron fruto a ciento por uno: es una mujer vibrante y serena, sabia y pujante… una mujer sin dramas.